Autora: Dra. Olga Cuadros, Investigadora Centro Eduinclusiva. Columna publicada en BíoBío Chile, 25 de junio 2020.
Diversas posturas ha generado el proyectarse frente al escenario del retorno físico a clases: mientras las autoridades han puesto el foco en la necesidad de recuperar los contenidos curriculares otras voces vinculadas al mundo educacional han planteado que el bienestar de los estudiantes debe primar sobre cualquier consideración curricular.
¿Qué ha pasado con los ratos de ocio, de risa, de charla animada y actividades compartidas con los amigos y amigas en la escuela o en la universidad, y que ahora tienen lugar limitado mediante un dispositivo tecnológico?
El tiempo y recursos compartidos con los amigos constituyen un factor protector para los seres humanos y que potencia el desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes. La posibilidad de tener experiencias de apoyo, de conversación íntima para hacer preguntas y expresarse sobre lo que está pasando para recibir retroalimentación contribuye a la salud mental, la formación de valores y actitudes prosociales.
Las restricciones vividas durante este período de cuarentena han tenido un impacto en el aporte que las amistades proporcionan en el contexto escolar y de educación superior, especialmente para niñas, niños y jóvenes pertenecientes a las comunidades más vulnerables, tanto urbanas como rurales, que no tienen acceso a internet o no cuentan con los dispositivos tecnológicos necesarios para mantener el contacto permanente con sus amigos. Los amigos se necesitan para acompañar, para escuchar, para tranquilizar y brindar contención que ayude a aceptar las condiciones que impone la realidad. En la cercanía del espacio social esto sucede a veces tan sólo con una mirada cómplice, tan necesaria para reducir el estrés que este período de crisis sanitaria por covid-19 ha provocado.
El problema es que incluso con la mejor tecnología disponible la imagen reducida de una pantalla, a veces demasiado pixelada, o un audio modulado por la capacidad de depuración del micrófono para eliminar ruido de fondo, no permite captar y aprovechar en un 100% esos pequeños gestos de apoyo. Es innegable que la tecnología ayuda mucho pero no sustituye en su totalidad algo a lo que el distanciamiento por cuarentena ha obligado: estar lejos de los amigos.
En los últimos años, investigadores y profesionales del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva hemos estado estudiando distintas dimensiones psicológicas y sociales en estudiantes secundarios y de educación superior, especialmente en la zonas Norte y Centro de Chile, para dar cuenta del bienestar psicológico estudiantil. En el caso de los estudiantes secundarios los resultados muestran que sentirse apoyados e incentivados por personas cercanas como los amigos y poder recurrir a ellos en cualquier momento es el factor que tiene mayor influencia en su bienestar psicológico. Este análisis se ha realizado dentro de modelos predictivos del bienestar junto a factores relacionados con dimensiones motivacionales, afectivas, de autoestima, autorregulación y satisfacción.
Es por esto que cuando llegue el momento adecuado de regresar físicamente a clases habrá que garantizar rigurosas medidas sanitarias pero a la vez recuperar aquellos espacios de apoyo, complicidad e intimidad entre amigos. Porque esta crisis ha implicado distancia física pero nunca social ni afectiva.
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