LOS NIÑOS Y LA ESCUELA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

LOS NIÑOS Y LA ESCUELA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Autoras: Dra. Lorena Ramírez y Dra. Verónica López, investigadoras del Centro Eduinclusiva. Columna publicada en El Mostrador el 8 de abril de 2020.

La crisis sanitaria que conlleva el coronavirus nos ha encontrado a todos desprevenidos y hemos visto cómo se intenta tomar medidas para hacerle frente. Entre los múltiples espacios afectados está la escuela. Sus puertas cerraron abruptamente hasta nuevo aviso, dejando a miles de niños y niñas de un momento a otro en sus casas o lugares de acogida.

En este escenario, se advierte como padres, madres y apoderados interpelan a los establecimientos educacionales a hacerse presentes de distintas maneras. Algunos alzan la voz pidiendo que no se dejen de transmitir los contenidos acordes al curriculum escolar para seguir recibiendo el servicio educativo. Otros, con agobio, reclaman el exceso de tareas que están recibiendo sus hijos e hijas debido a las dificultades que esto conlleva para su acompañamiento y seguimiento en casa.

En estas disputas nos movemos frente a un Ministerio de Educación que ha centrado su accionar en el lanzamiento de la plataforma “Aprendo en línea” que entrega textos escolares y guías de estudio para que los niños, niñas y jóvenes puedan seguir aprendiendo desde sus hogares. El objetivo –plantea el Mineduc– es ayudar a que los niños y niñas puedan continuar con sus rutinas desde el hogar, proporcionando herramientas que permitan reforzar sus conocimientos y aprendizaje. Frente a esta iniciativa los profesores han debido readecuar rápidamente sus prácticas educativas, repensando –con más o menos competencias tecnológicas, con más o menos experiencias– cómo transmitir los contenidos mediante un sistema digital y a la vez, no dejar atrás a aquellos estudiantes que no tienen acceso a conectividad.

Llama la atención –aunque no sorprende dada la existencia de una lógica educacional basada en el mercado y en la rendición de cuentas– que la primera respuesta al cierre de las escuelas esté siendo la de proveer materiales con información y guías de trabajo que los niños y niñas deben desarrollar en tiempos determinados y cuyo único énfasis está en asegurar una cobertura curricular. Sin embargo, es necesario entender que para niños y niñas la escuela es mucho más que eso. Si bien hay que aceptar que difícilmente se podrá llevar íntegramente la escuela al hogar el gran desafío está justamente en qué hacer para no perderla.

De un día para otro niños y niñas se quedaron sin la escuela, sin sus rincones para conversar con sus compañeros/as, sin el saludo del profesor/a. Entre muchas cosas, se quedaron sin los actos y las canciones en conjunto, sin los recreos, e incluso para los creyentes, sin los rezos colectivos de cada mañana. En un país que se caracteriza por una alta segregación territorial y fragmentación de las relaciones sociales, los niños y niñas se quedaron sin ese espacio social que les permite encontrarse con un otro. Se quedaron sin esa disposición particular del tiempo, espacio y material que configura la escuela para despertar su interés por aprender. Si queremos llevar algo de la escuela a la casa estos aspectos deben ser considerados, especialmente prestando atención a las necesidades propias de niños y niñas. Claramente la respuesta no es nada fácil, sin embargo, los estudiantes pueden dar claves más precisas de lo que requieren en estos momentos de su escuela, importantes de ser escuchadas.

Evidencia científica emanada desde el Centro de Investigación para la Educación inclusiva y de otras investigaciones nacionales plantea que para los niños y niñas la escuela es representada como un lugar distintivo que les permite el encuentro con otros, principalmente con sus docentes y compañeros/as. Para los estudiantes el sentido esencial de la escuela es poder aprender colaborativamente con otros, así como también establecer relaciones afectivas con los miembros de la comunidad educativa. De esta manera, el bienestar de los niños y niñas en la escuela está asociado a compartir y a divertirse con su grupo de pares así como también a sentirse constantemente acompañados, cuidados y apoyados por los profesores. Por tanto, desde la perspectiva de los estudiantes no basta con asegurar tan sólo la entrega de contenidos, sino que un pilar fundamental es también mantener las relaciones interpersonales y vínculos relevantes con la escuela.

Si se va a utilizar la tecnología a favor –ciertamente para los que tienen acceso– se hace necesario buscar alternativas para que docentes y compañeros/as puedan mantenerse contactados entre sí.  Por ejemplo, en vez de sólo enviar una guía de trabajo los docentes también pueden conversar directamente con aquellos estudiantes que lo necesitan o mandar un video con caras y voces conocidas en lugar de entregar un enlace de algún material realizado por alguien con quien no tienen ningún tipo de conexión. Generar encuentros online entre todo el curso y compartir ideas en conjunto es una alternativa que resulta motivadora para el estudiante ya que favorece el efecto par para el aprendizaje.

Para acercar la escuela en medio de esta crisis que limita el contacto físico se hace imprescindible facilitar instancias de encuentro para mitigar en algo la distancia así como para ayudar a los niños y niñas a recuperar parte de lo que para ellos es de gran valor: su comunidad, su vida cotidiana y el poder expresar su propio sentir y vivencias, aspectos sin duda relevantes para generar mejores condiciones para su aprendizaje y bienestar.

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