Las expertas del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva, Katia Sandoval-Rodríguez y María Leonor Conejeros, dieron a conocer parte de los resultados de un trabajo post-doctoral que comenzó en 2021, en la Conferencia Internacional del Consejo Europeo para la Alta Capacidad en Holanda.
Siete entrevistas narrativas biográficas a estudiantes que cursaban 4to año medio de establecimientos educacionales municipales y particulares subvencionados de la Región de Valparaíso en 2021, fueron el inicio de una investigación postdoctoral cuyos resultados fueron presentados recientemente en La Haya, en Holanda. Se trata de una investigación que indaga las trayectorias educativas de la doble excepcionalidad: estudiantes con Alta Capacidad (AC), al mismo tiempo, que presentan Trastorno del Espectro Autista (TEA) y/o Trastorno por Déficit de Atención por Hiperactividad (TDAH).
Katia Sandoval-Rodríguez, investigadora postdoctoral (ANID 2021-2024) y María Leonor Conejeros, académica de la PUCV y directora de la línea 3 de investigación del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva, realizaron la presentación “Voces de estudiantes doblemente excepcionales que se han graduado de la educación media”, en la Conferencia Internacional del Consejo Europeo para la Alta Capacidad de Holanda.
Durante la presentación, las expertas dieron a conocer los principales resultados del primer año de la investigación postdoctoral, Fondecyt 3210818, llamado “Trayectorias educativas de estudiantes con Doble Excepcionalidad. Desde la finalización de la enseñanza media hasta el término de su primer año de educación superior 2021-2024”. Un trabajo que emerge de entrevistas en profundidad a estudiantes doblemente excepcionales.
Potencial de alto rendimiento
Se trata de estudiantes que demuestran un potencial de alto rendimiento o productividad creativa en uno o más dominios tales como las matemáticas, la ciencia, la tecnología, las artes, lo visual, espacial, o las artes escénicas o en otras áreas de la productividad humana, y que manifiestan una o más trastornos. Tales como dificultades específicas de aprendizaje; trastornos del habla y del lenguaje; trastornos emocionales/conductuales; discapacidades físicas; trastornos del espectro autista; u otros problemas como déficit de atención e hiperactividad.
Parte de los resultados preliminares de la investigación muestran que “los y las estudiantes que participaron del estudio no habían sido identificados con Alta Capacidad antes. “Chile es uno de los pocos países de Latinoamérica que presenta ausencia de identificación para la AC, a diferencia de Bolivia, Argentina, Perú, Brasil, Uruguay, Colombia. Nuestro estudio, sin embargo, da cuenta de la presencia de la AC desde su desarrollo más temprano en los estudiantes foco de nuestra investigación, condición que se mantuvo invisibilizada tanto para el contexto familiar como escolar, con las consecuencias negativas en su desarrollo”, dice Katia Sandoval-Rodríguez.
María Leonor Conejeros, en tanto, comentó durante la presentación en La Haya, que lograron identificar la presencia de barreras y facilitadores para su desarrollo y aprendizaje en los sistemas escolares en los que se habían insertado. “En especial experiencias de bullying en casi toda la etapa educativa, malas relaciones y descréditos por parte de los y las profesoras, principalmente por el desconocimiento de las excepcionalidades de estos alumnos. Además, la presencia de la pandemia los dejó fuera de todos los espacios de desarrollo que más disfrutaban como la academias de deportes, música, pintura, ciencias, y no poder ir a la biblioteca”, explica.
Interacción social
De acuerdo a las investigadoras de EduIclusiva, en la trayectoria de estos estudiantes con AC y TEA – TDAH, pudieron identificar interacciones sociales negativas: “Una constante fue encontrar problemáticas de interacción social hacia los y las estudiantes, derivadas de su apariencia física (peso y talla) o de su desarrollo superior en algunos ámbitos académicos. En especial eso molestaba mucho a algunos docentes que se sentían intimidados con este tipo de estudiantes”, advierte Katia Sandoval-Rodríguez.
Por otro lado, complementa la postdoctorante, sus motivaciones y gustos diferentes, hacía que los y las estudiantes doblemente excepcionales, tuvieran muy pocos puntos en común con el grupo de pares, situación que inducía al conflicto. A esto se suma, que sus comportamientos derivados de sus necesidades educativas especiales –como la hiperactividad (TDAH), falta de empatía y ubicación social (TEA)–, generaban malestar entre sus compañeros.
Desde las fortalezas, advierten las expertas, emergen en las experiencias educativas de estos estudiantes excepcionales, la presencia de profesores y profesoras que los potenciaron, promovieron y los comprendieron en su doble condición, si saber que eran AC, pero fueron su luz y felicidad en esos espacios tan hostiles.
“También lo fue contar con experiencias extraprogramáticas que les permitían el enriquecimiento y su desarrollo en áreas de interés como en deportes, música, artes plásticas, ciencias, entre otros y, la biblioteca de su colegio, un lugar que los hacía feliz, que los cobijaba y protegía, además de ser la puerta al conocimiento. La pandemia, en tanto, fue al mismo tiempo, un factor negativo como protector, ya que estos estudiantes no vivieron experiencias de bullying al no acudir a los establecimientos educacionales físicamente, y podían estudiar más sus temas de interés y a su propio ritmo, pues la carga académica era baja”, concluye la académica de la PUCV María Leonor Conejeros.