El sistema educativo de Chile ha anclado la gestión de la convivencia al cumplimiento de normativas que no necesariamente fortalecen el tejido de la comunidad escolar. En este artículo, publicado en la revista Docencia, las autoras Paula Ascorra, Macarena Morales y Karne Cárdenas, del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva, argumentan que la convivencia y la violencia escolar son dos fenómenos distintos que exigen estrategias de abordaje diferentes.
Mientras la convivencia escolar debe ser promovida como un aprendizaje experiencial con foco en el conflicto y cuyas intervenciones se orientan al fortalecimiento del sentido e identidad comunitaria; la violencia debe ser prevenida, a partir de límites normativos claros, consistentes, oportunos y justos, desde una perspectiva de garantía del derecho al buen trato que propicie un ambiente de bienestar e inclusión.
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