Ron Avi Astor es uno de los expertos más reconocidos en victimización y bullying. Su investigación de más de diez años en el área, le ha permitido ser citado en más de 150 publicaciones académicas y recibir, entre otras, distinciones de la American Psychological Association y de la American Educational Research Association (AERA), una sociedad nacional norteamericana de investigación en educación fundada en 1916, de la cual fue nombrado socio honorario.
Profesor de la Escuela de Educación y de Trabajo Social de la Universidad de Southern California, Ron Avi Astor desarrolló un sistema de mapeo y monitoreo en las escuelas para prevenir la violencia escolar, que ha sido aplicado en las ciudades de Los Ángeles y Tel-Aviv.
Invitado por el CIAE para participar en el Seminario Internacional “Monitoreando la convivencia escolar”, organizado por PACES, el CIAE y el Centro de Investigación para la Educación Inclusiva, el profesor conversó con el CIAE sobre bullying y victimización.
-Usted habla sobre victimización en vez de bullying. ¿Por qué? ¿Hablar sobre victimización implica un enfoque más amplio para tratar este tema?
Bullying es una palabra popular. Incluye una amplia gama de conductas, como colocar nombres a otros, exclusión social, peleas físicas, amenazas con armas, robos y violencia sexual. Cuando alguien dice que es objeto de bullying, importa de qué específicamente está hablando. Una escuela puede responder de maneras muy diferentes a un comentario negativo en Facebook que a un niño pegándole a otro. Por ello, preferimos hablar sobre las conductas específicas de victimización. Una estrategia y respuesta a una amenaza con arma o la exclusión social durante el almuerzo, tienen diferente significado y requerirán de respuestas muy distintas. La palabra bullying es muy amplia de abordar en términos prácticos para las escuelas. Identificar las conductas específicas de victimización permite a la escuela responder a cada conducta.
-¿Cuál es la diferencia entre bullying y victimización?
La palabra bullying tiene un significado específico y definiciones. Por ejemplo, para que un acto sea un acto de bullying, se necesita que suceda más de una vez entre el mismo agresor y la víctima. La definición de bullying requiere también que el agresor sea más fuerte que la víctima. Sin embargo, creemos que un acto que ha ocurrido solo una vez también es muy importante y debe tener una respuesta. También creemos que si un niño menor victimiza a uno mayor también genera daño y necesita una atención seria. Toda conducta de victimización necesita ser atendida, incluso si es la primera vez y el perpretador es más pequeño o débil que la víctima. Importa conocer el tipo específico de violencia.
-¿Cómo puede un colegio responder a la exclusión social, por ejemplo?
Muy fácil. Las escuelas proactivas en este sentido crean una cultura de apoyo y cuidado entre pares. Conversan específicamente de exclusión social, con los estudiantes, padres y profesores e instan a los alumnos a no enganchar en esos procesos. También definen espacios y periodos en los que sucede la exclusión social. Por ejemplo, los compañeros son entrenados para darles la bienvenida a los niños nuevos, sentarse con ellos en el almuerzo y en el recreo, invitarlos a deportes y eventos sociales. Otras escuelas definen el almuerzo, el recreo y los caminos hacia y desde la escuela y entrenan a algún grupo de pares para ubicarse allí y estar atentos a aquellos estudiantes que estén solos. En algunas escuelas, hay estudiantes sólo a cargo de esto. Otras escuelas organizan actividades para que se hagan en el recreo y para que todos participen. Como comunidad, es importante hacer que nadie quede excluido. Hay muchos grandes ejemplos creativos y gratis de implementar.
– Usualmente la gente cree que la violencia en la escuela está relacionada sólo con el contexto social. Pero el contexto social y organizacional de la escuela también influye. ¿De qué manera?
Muchos de nosotros tenemos recuerdos de nuestra infancia de que la victimización ocurre en baños, pasillos, patios, camino al colegio, por grupos específicos de estudiantes e, incluso, por docentes. Muchos de esos comportamientos son exclusivos de espacios escolares y son la única relación entre estudiantes. De ese modo, docentes y otros estudiantes son responsables de conductas en esos espacios. Sabemos, a través de investigaciones, que más allá del contexto familiar del niño y de la comunidad, las escuelas pueden hacer la diferencia en reducir la victimización.
-Parte de estas conductas son exclusivas de espacios escolares. ¿Por qué?
Parte de esto sucede por las expectativas de la sociedad. Si un adulto llega y le pega en la nariz a otro, puede tener varias alternativas: llamar a la policía, hablar con su jefe, etc… Pero esto puede llegar a suceder todos los días en las escuelas. Imagina a todos los adultos en la habitación animando a alguien para golpear de nuevo. Esto no sucede, porque hay normas sociales, reglas y expectativas respecto de la conducta de los adultos. No tenemos las mismas expectativas y reglas para los escolares. Frecuentemente, más que enviarlos a la oficina del director o a la biblioteca, no sucede más con el grupo que observa y estimula la violencia. Tampoco pasa nada con los estudiantes que ayudan a detener o a impulsar una pelea. En las escuelas en las que los estudiantes, docentes, padres y los grupos de pares mantienen altas normas sociales, la violencia disminuye. Es importante tener claridad en procedimientos y normas, consecuencias y premios para los estudiantes que son pro-sociales cuando observan violencia. No hay razones de por qué patios, pasillos, buses o baños deban ser lugares violentos. Frecuentemente, basta con una buena supervisión y con enseñar normas para reducir la victimización a los grupos de pares.
-Ustedes diseñaron un sistema para mapear y monitoreas escuelas que puede ser usado por profesores y alumnos para generar soluciones de raíz a los problemas de seguridad. ¿Qué tipo de soluciones pueden diseñarse?
La herramienta de mapeo permite a los estudiantes identificar de forma anónima espacios en la escuela y periodos en el día, que son seguros e inseguros. Las niñas pueden identificar áreas específicas y los niños identificar otras. Los estudiantes no necesitan decirles a sus amigos o identificar a otros estudiantes. Identificando espacios y periodos específicos, los estudiantes son libres de hablar sobre dinámicas de espacio y tiempo. También pueden hablar ampliamente sobre cómo los profesores responden o cómo deben responder a ciertos eventos, para hacer esos espacios más seguros.
-Los docentes juegan un rol fundamental en prevenir la violencia. ¿Qué tipo de prácticas pueden aplicar o desarrollar?
Una manera en la que los profesores pueden ayudar enormemente es asegurar espacios y tiempos que no son monitoreados en las escuelas. También pueden ayudar encuestas anónimas a los estudiantes sobre sus ideas para solucionar la victimización, especialmente si después hay una discusión posterior y los estudiantes ven que los profesores responden y ayudan. Las reuniones de docentes con otros profesores y el intercambio de ideas con los más experimentados también pueden ayudar. En casi cada escuela en las que hay profesores que han desarrollado maneras efectivas de escuchar a los estudiantes, usar sus ideas y aprender de otros docentes o escuelas prácticas efectivas, se logra reducir la victimización. Tenemos muchos nuevos libros publicados en Oxford University Press con ideas que funcionan, generadas por profesores y directivos.
– Una investigación de su equipo encontró que un clima positivo en las escuelas puede aumentar el aprendizaje. ¿Cómo se produce esto?
Actualmente, estamos analizando todos los estudios realizados en el mundo y en los últimos 20 años. El colectivo sugiere que el clima ayuda a todas las escuelas, pero específicamente a las escuelas que atienden a niños de comunidades y familias altamente empobrecidas. Esto nos hace sentido, porque la escuela se transforma en un refugio donde los niños se sientan apoyados y cuidados. Este tipo de contextos crea las bases necesarias para un adecuado aprendizaje.
-¿Promover un clima positivo en la escuela es otra manera de disminuir las inequidades socioeconómicas?
No exactamente. Un clima escolar positivo ayuda a niños de bajo nivel socioeconómico a tener mejor rendimiento académico y esto reduce la brecha académica. Sin embargo, si los estudiantes en esas escuelas que mejoran su desempeño, se sienten más apoyados, más motivados, se gradúan y asisten en mayor número a la universidad, esto, a largo plazo, puede contribuir a bajar el nivel socioeconómico en comunidades y países.
Texto: Elizabeth Simonsen – Comunicaciones CIAE